domingo, 12 de abril de 2020

Griegos, leche y otras puertas




"No debería haber aparcado el coche ahí"; "Para qué le diría nada"; "Quién me mandaría a mí repartir cartones de leche, si odio la leche"...
Y
así hasta la saciedad, flagelándonos por acciones con una alta probabilidad de fracaso que en su momento nos parecieron razonables y que entonces no pensábamos en lo que desencadenarían. Lejos de eso, nos decíamos a nosotros mismos que debíamos ejecutarlas porque algo nos llevaba a hacerlo y punto. Sin entrar en más entresijos.
Ay, si nos vieran los antiguos griegos...
  ¡Si ellos con la 'εποχή salvaguardaban la vida para justamente no desgraciarla! Ellos con la epoché, en otras palabras, prevenían las "soluciones definitivas". Esas de las que luego te arrepientes sin cesar. ¿O acaso no sabías que al día tomamos de media 35.000 decisiones?
Si incluso Edmund Husserl, fenomenalista, recuperó el término para hablar de ruptura con el pasado como fórmula de inicio de una vida nueva.
Así que para darle la vuelta a la tortilla, os traigo una bonita forma de embellecer los errores que materializamos con palabras. La mía, mi solución en este caso, tiene forma de ventana, o como a mí me gusta verlo, de portal a otros mundos.

¿El tuyo qué forma tendría?

R. NOVELLA

viernes, 3 de abril de 2020


"Nadie debía saber lo que realmente ocurrió en aquellos lares y con aquella chica; de hecho, no me arrepiento de haberlo guardado con recelo hasta el día de hoy. Por mí y por ella; pero sobre todo por ella."


Fragmento de La Danza de las cebollas, todos los derechos reservados. 

Texto completo en https://www.wattpad.com/user/RousseNovella

En ocasiones, guardar ya supone la propia condena.


R. NOVELLA

lunes, 6 de enero de 2020

¿Dónde estás?

Bienvenido/a, aún no nos conocemos:

Soy Ana Nouvella y esta es una estancia destinada a quien se agarra a las palabras, porque no olvida que ellas son las verdaderas historias.

Así que pasa y siéntate. Te prometo que en cualquier rincón, encontrarás tu lugar entre cojines, taburetes y alfombras. Pero... ¡cuidado! A veces olvido que están tan tupidas.
 
A. NOUVELLA